lundi, août 28, 2006

Y tú que te creías!!

Las personas que hablamos un idioma desde pequeños pensamos que somos muy sabedores del idioma y , por lo tanto, podemos enseñarlo rápidamente a otras personas. Sin embargo, cuando nos metemos en este dilema de ser maestros de nuestra propia lengua nos damos cuenta que muchas de las cosas (he aquí la cosificación de los asuntos) que creíamos por sabidas simplemente las sabemos porque las usamos y no porque seamos hablantes fluidos del idioma. Es decir, en ocasiones, ni nosotros mismos sabemos lo que significa cierta palabra.
Nos sucede lo que a todos cuando tienden a habituarse, perdemos la capacidad de maravillarnos con lo que es nuestro idioma, creemos que todo el vocabulario es nuestro y la gramática también. Pero, alto allí, una pregunta más importante ¿la gramática es una parte importante de nuestra vida?. ¿Cuando hablamos de tal o cual circunstancia nos ponemos a pensar si el sustantivo va antes del verbo o si la oración tiene todos los componentes necesarios?.
Es más muchos de nosotros antes de estudiar una carrera de lenguas, los que la estudiamos, ni siquiera sabiamos que era un O.D (objeto directo). Entonces sino nos fijamos en la gramática que es algo con lo que vivimos día con día; el origen de las palabras siempre será algo que pase a segundo o trecero, cuarto término. Tal ves todo eso sea algo que no deba de ser tomado muy encuenta, de todas formas, lo más importante es que la persona a la que nos comunicamos nos entienda.
Ahora bien, creo que lo importante de este asunto, es conocer y darnos cuenta que nuetro idioma es una red de conocimientos y significados que deberiamos de conocer y amar.
¿Quién iba a pensar que?
El nombre de la cerveza lo tomaron prestado los romanos de los galos; los copistas medievales usaron ya en sus escritos el signo @, que hoy nos parece tan moderno e internético; el armiño tomó su nombre de Armenia, pese a que, como es bien sabido, en Armenia no hay armiños; en la Grecia clásica, Anfitrión tuvo en su casa un invitado de lo más indeseable; la designación del tulipán procede no de Holanda, como cabría pensar, sino de Turquía; las Bahamas son en realidad las islas de la Bajamar; los duendes de Gonzalo de Berceo eran muy distintos de los nuestros; la hamburguesa, como su propio nombre bien claramente indica, no viene de los Estados Unidos. En el siglo xvii, los españoles llamaban corsarios a los filibusteros franceses y a los bucaneros ingleses, todos ellos piratas. Las afortunadas islas Canarias recibieron su nombre de un animal muy abundante en ellas, que no es el canario. Cuando hoy un niño se trabuca y dice, con su lengua de trapo, murciégalo en lugar de murciélago, o crocodilo en lugar de cocodrilo, en realidad está llamando a estos animales por su verdadero y primitivo nombre.
Y acaso ¿todo esto nos interesa?. En cierta forma, sí. Esto es conocer el idioma pero también como dije antes amarlo con sus grande defectos.

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