Las palabras

Ellas son armas de doble filo, si sabemos usarlas puede ser que podamos curar heridas pero si no sabemos usarlas puede ser probable que causemos grandes heridas que ni con más palabras se pueden curar. Podemos creer que sabemos usar las palabras porque sirven nuestras frases para algunas personas pero hay otras personas que nos conocen y saben como funcionan estas frases.

Es muy peligroso que uno no sepa utilizar esas armas tan poderosas, que creamos que las estamos usando bien pero lo que en verdad estamos haciendo es herir más y más el pobre corazón de las personas. Debemos de tener en cuenta que las personas que conocemos son frágiles como un espejo que con el más ligero golpe pueden caerse en pedazos. Nuestras palabras pueden ser como piedras que quiebran un espejo y, en algún momento, las piedras pueden dejar marcas que ya no dejan el espejo como si fuera nuevo.

No existe un manual que nos diga "cómo usar las armas de mayor poder", ni siquiera las claves que debemos seguir, pero esos lo vamos aprendiendo con el trato con las demás personas, si somo observadores y tratamos de no herir nos daremos cuenta que aún nos falta mucho para madurar. Madurar no está sólo demostrado en nuestras acciones sino la elección de cada una de esas palabras para poder sanar a las personas es lo que nos hace mayores y más sabios.

Aunque según yo sé usar las palabras, luego no sé expresar lo que en verdad siento ni lo que pienso y si lo expreso tengo que darle muchas vueltas al asunto. Quiero expresar mi verdadero odio o mi verdadero amor a través de las palabras y que éstas reflejen todo lo que en verdad siento. ¿En qué momento me volví inmune a las palabras y pensé que todos eran así? Ahora lo que tengo que hacer es regresar a ser lo que era antes, darme cuenta que el madurar no es olvidar sino saber usar lo que me gusta "las palabras".